¿Buenas noticias? Desde luego, no son malas

Los mercados financieros se están adentrando en una especie de zona de pánico, durante las últimas semanas. Las caídas de las bolsas europeas, desde el verano, ya superan el 10%. Aumenta el nerviosismo, por momentos. Pero, ¿es tan malo lo que está ocurriendo en nuestra debilitada Europa en el último mes? Ya comentamos en un post anterior que, durante el verano, nos adentramos en una fase de creciente enfriamiento económico. Pero lo cierto es que, desde hace menos de mes y medio, estamos presenciando tres acontecimientos de impacto previsiblemente positivo. Les cuento. El anuncio (por fin) por parte de nuestro Banco Central de un proceso de expansión monetaria, sin precedentes en la Eurozona, presagia algo nuevo en muchas economías. Una mejora del acceso al crédito, sobre todo en los países más débiles (el nuestro, sin duda). Es verdad que los mercados son avariciosos y quieren más. Pero si pensamos en la situación hace, tan solo, 4 meses nadie anticipaba que el BCE fuera a tomar medidas tan expeditivas (vamos, que nos damos con un canto en…). Más. Un efecto secundario de las nuevas políticas del BCE ha sido la fuerte depreciación del euro (un 8% desde principio de año, frente al dólar). Ello mejora nuestra competitividad de manera muy importante y ayuda a generar algo de inflación. Era absurdo estar al borde de la deflación/colapso y mantener la divisa más fuerte del mundo. Así somos los europeos (quiero decir, los alemanes). Y por último, también como efecto secundario de la revalorización del dólar, el precio del petróleo ha caído casi un 15% (ojo, en euros) desde principios de año (cuando te sobran ladrillos y no tienes energía propia…). Miren, si juntamos los tres aspectos (que no tienen ni dos meses) el efecto sobre nuestra economía es mayor que toda la devaluación interna (quiero decir bajada de salarios y pérdida de riqueza) a la que nos ha sometido, ya saben quienes, desde 2010. Parece sencillo. Pero ya ven que a algunos les cuesta entender las cosas más simples. Y no miro a nadie…

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